jueves, 26 de abril de 2012

obsolescencia programada

La Obsolescencia programada quizá para muchos pueda parecer un término desconocido pero lo cierto es que a todos y sin excepción nos afecta directamente. Este es el término utilizado para refereirse a la planificación o programación del fin de la vida útil de un producto o servicio de modo que -tras un período de tiempo calculado de antemano, por el fabricante o por la empresa de servicios, durante la fase de diseño de dicho producto o servicio- éste se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible. Pero ... ¿Qué hay de cierto en todo ello?


Podríamos decir entonces como bien indica el titular de este artículo que "todo se rompe" o todo queda obsoleto con un único objetivo: Que la rueda del consumo siga girando y funcionando. Para muchos considerada como la gran estafa al consumidor, y para otros la única alternativa a la sostenibilidad de muchos negocios, empresas y fabricantes.


Este es sin duda el ejemplo más representativo que puede ayudarnos a comprender que ha pasado durante más de un siglo y cuales han sido las consecuencias de esta Obsolescencia Programada cuya etapa inicial se desarrollo en la década de los años 20.



la bombilla livermore


Poco antes, en la estación de bomberos de Livermore se encendía por primera vez en el año 1901, la bombilla más famosa de todos los tiempos. La que desde entonces no ha dejado de mantener viva su llama de luz, entrando a formar parte del Record Guinness como la bombilla más resistente y duradera de la historia. Inclusive superando la vida útil de 3 webcams que durante años han sido testigos de su resistencia al paso del tiempo.

Evidentemente, este factor suponía un gran problema para los fabricantes, ya que cuanto más larga era la vida util de un determinado producto, también lo era el ciclo de compra del propio consumidor. Lo que reducía drásticamente las ventas y beneficios de las compañías. La solución: productos más frágiles y menos duraderos con una ciclo de vida programado de forma premeditada y anticipada para estimular y generar con ello entre los consumidores una mayor demanda.

Obsolescencia y Competitividad


A pesar de que para muchos esta actitud pudiera parecer impropia de empresas competitivas cuyo objetivo fuese el de ofrecer productos superiores a los de su más directa competencia, lo cierto es que el plan maestro de la Obsolescencia Programada, es un juego del que todos forman parte de forma interesada, y que es sometido a la presión de organismos, lobbies y cárteles con fuerte control y grandes intereses económicos.


Ningún gran fabricante parece poder escapar a dicho control, bien por interés propio o por presiones externas. No interesa que el ciclo establecido para el consumo pierda su ritmo, y con ello la posibilidad de seguir generando mayores beneficios a pesar de suponer una desventaja para el propio consumidor.

Pero no es necesario esperar al fallo de un producto para enfrentarnos a los efectos de este fenómeno. La tecnología hoy en día nos permitiría disponer de dispositivos muchos más avanzados que los actuales. sin embargo "nos venden la moto" con algo que supuestamente parece novedoso para seis meses más tarde sorprendernos con algo mejor. ¿Les suena? ¿Quién no ha comprado un teléfono móvil que a los pocos meses ha visto superadas sus prestaciones por otro de la misma marca? Esta es otra de sus variantes conocida como la "Obsolescencia por modas". La que sin necesidad de que el producto llega al fin de su vida útil, lo vuelve obsoleto y genera un efecto similar en la mente del consumidor, que concibe que su producto ya no satisface sus necesidades o simplemente ha quedado anticuado. 

 
Las dioxinas (policlorodibenzodioxinas) son una familia de sustancias químicas que tienen el dudoso honor de ser reconocidas como los productos químicos más tóxicos que el hombre ha sido capaz de sintetizar. Forman parte, junto los furanos (paradiclorobenzofuranos), asimismo altamente tóxicos, de una familia química más amplia: los organoclorados.
Los organoclorados son las sustancias que resultan de la unión de uno o más átomos de cloro a un compuesto orgánico (estos útimos, constituyen la base de la materia viva y están formados por átomos de carbono e hidrógeno fundamentalmente). Aunque esta unión puede ocurrir de forma natural, la inmensa mayoría de estas sustancias se forma artificialmente. Por ejemplo, la industria química combina gas cloro con derivados del petróleo para crear:
  • pesticidas (DDT, lindano)
  • plásticos (PVC, PVDC)
  • disolventes (percloroetileno, tetracloruro de carbono)
  • refrigerantes (CFC, HCFC)
Así hasta sumar más de 11000 productos diferentes.
Cuando se blanquea el papel con cloro, o se utiliza éste como desinfectante en el tratamiento de las aguas, o se quema algún producto clorado, se crean nuevos organoclorados. Al introducirse en el medio ambiente y sufrir reacciones con la luz, otros compuestos químicos o agentes biológicos, vuelven a generarse nuevos productos de este tipo.
De cara a valorar su impacto ambiental, hay tener en cuenta las siguientes características:


  • Son muy estables. Permanecen en el aire, el agua y el suelo cientos de años, resistiendo los procesos de degradación físicos o químicos
  • No existen en la naturaleza, salvo en un par de excepciones, por lo que los seres vivos no han desarrollado métodos para metabolizarlos y detoxificarlos. Resisten por tanto la degradación biológica
  • Son más solubles en grasas que en agua, por lo que tienden a bioacumularse (migran desde el ambiente a los tejidos de los seres vivos)

Efectos biológicos

En el caso de las dioxinas, citaremos el último informe referente a estas sustancias de la Agencia del Medio Ambiente (EPA) de EE.UU, publicado en septiembre de 1994. Según este informe :
  • las dioxinas producen cáncer en el ser humano
  • dosis inferiores a las asociadas con cáncer ocasionan alteraciones en los sistemas inmunitario, reproductor y endocrino
  • los fetos y embriones de peces, aves, mamiferos y seres humanos son muy sensibles a sus efectos tóxicos
  • no existe un nivel seguro de exposición a las dioxinas
El mismo informe afirma que las fuentes principales de generación de dioxinas son, por orden de importancia:
  • la incineración de residuos
  • las fábricas de pasta de papel que usan cloro o dióxido de cloro como agente blanqueante
  • la fabricación de PVC 
Este informe ha venido a corroborar tristemente las consecuencias de lo sucedido en Seveso. En 1976 se produjo un accidente de una planta de fabricación de tricloroetano, próxima a la localidad italiana de Seveso, que liberó al ambiente miles de gramos de dioxinas. Trece años después del accidente que mató a 73.000 animales domésticos y obligó a la evacuación de 700 personas, se han documentado aumentos en la frecuencia de cánceres de la sangre y del sistema linfático entre la población afectada.

Recientemente, han ocurrido dos escándalos acerca de contaminación de alimentos con dioxinas. Por un lado, el escándalo ocurrido en Bélgica acerca de la contaminación de los pollos, huevos y carne, y cuyas causas no fueron aclaradas del todo, hacen sospechar de la contaminación de los piensos empleados para alimentar estos pollos por aceites de origen industrial que contenían PCBs (un organoclorado pariente directo de las dioxinas). En cuanto a lo ocurrido en Francia, el contenido de dioxinas en la leche de las vacas de la zona de Lille, obligó a prohibir su consumo; y a cerrar temporalmente tres incineradoras de RSUs de los alrededores, sospechosas de haber contaminado la atmósfera y entorno vegetal en muchos kilómetros a la redonda de sus puntos de emisión.
En España, de los miles de compuestos organoclorados producidos, utilizados y emitidos al medio ambiente, sólo se han reconocido los efectos negativos de una docena de ellos: el DDT, los PCBes, y otros pesticidas y disolventes.
Mientras en el resto de Europa se buscan soluciones para frenar la creciente contaminación por dioxinas, la sociedad española permanece ajena a este peligro, y las administraciones no solamente lo ignoran, sino que además se muestran reticentes a prohibir la fabricación de productos que contienen o crean dioxinas, rehusan las tecnologías industriales que evitan su formación, y promueven la construcción de plantas incineradoras, que son su principal fuente de emisión.